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La lucha (“pólemos”) es el padre de todas las cosas, a unos los hizo dioses y a otros los hizo hombres.

Heráclito

Buscamos la paz, sí, pero abundan los conflictos por doquier en nuestras vidas. ¿De verdad, entonces, buscamos la paz? Lo descubriremos a lo largo de este relato que trata de expresar lo que se vivió aquella tarde en Capileira. Por segunda temporada estábamos allí, dispuestos a dialogar juntos. La Biblioteca pública guardaba nuestro diálogo, rodeándolo de libros, que no puede haber cosa mejor. Se acercaron participantes desde distintos pueblos de la Alpujarra, y lo más llamativo, ¡desde la Alpujarra almeriense! Un reconocimiento especial para estos amigos venidos desde tan lejos: un pueblo llamado Instinción.

¿Cuáles suelen ser los mejores momentos de nuestros días? Ellos y ellas te ofrecen un surtido de placeres exquisitos. Es posible que alguno tenga relación contigo. Durante el desayuno, mirando al balcón: tranquilidad y belleza; por la tarde, después del almuerzo: mucha paz; terminada la jornada laboral: descanso; cuando surge algo inesperado: sorpresa; conducir sola después del trabajo: satisfacción; levantarme por la mañana y acostarme por la noche: vivir y dejar vivir; en la puerta de mi casa, mirando las vistas: paz; cuando paseo, es uno de esos momentos que siento especiales; ver una serie a las ocho de la tarde: me estimula; en verano, echarme en la cama un rato: desconexión; en invierno, abrigarme y pasear por las Eras de Aldeire: reflexiono.

Como ya se veía venir, la paz es uno de los sentimientos que más anhelamos. Pero, ¿por qué deseamos tanto estar en paz? Es una necesidad interior, dijeron. Queremos escapar del conflicto, le tenemos miedo, dijeron. El conflicto es desagradable, frustrante, nos crispamos, nos saca de nosotros… Hay lucha, competición, oposición (“yo o el otro”), nos cuesta mucho relacionarnos con el conflicto. Y cada uno ha desarrollado sus mecanismos de huida o de afrontamiento para poder volver a la paz. Cada uno busca su paz, como sea. Pero pronto aparecen sensaciones encontradas: para poder volver a la paz hay muchos obstáculos, conflictos, incluso algunos parece que los busquen. Era el momento de ponerse, pues, de acuerdo el grupo… no podía ser que el punto de partida no fuera común. Pregunta el moderador: Realmente, ¿buscamos la paz o buscamos el conflicto? Todos buscan la paz… Pero había serias dudas. Nuestra experiencia cotidiana nos juega malas pasadas. ¡Buscamos la paz, pero hay muchos conflictos! Y se citan casos concretos… ¿Qué sucede entonces? (Por cierto, que no hay nada más filosófico que la extrañeza, decía Aristóteles, porque nos lleva a otro lado, nuevo, inesperado, a otra visión). Cada uno busca su paz, sí; pero, muchas veces, la buscamos por caminos inadecuados. Y no nos han educado para vivir los conflictos, concluyen nuestros participantes.

Veamos. Los conflictos, ¿son externos o internos? Pueden ser internos o externos, nos dicen (os lo dicen a vosotros que leéis esto), pero siempre siempre se viven interiormente. Y aquí está la clave para aprender a gestionar bien los conflictos. Porque yo puedo tratar de ser consciente de todo aquello que pasa en mí, por dentro de mí, cuando estoy en medio de un conflicto, que me altera, que me quita mi paz interior. Ayuda observar mi energía en el modo de afrontar un conflicto. Y esto se puede trabajar: el flujo de mi energía, lo que me empequeñece, mientras lo hace, o lo que me hace sentir a mí mismo y me da seguridad y armonía, mientras lo hace (al menos, no mucho después). ¿Estoy en mí, conscientemente, durante el conflicto, o bien, me pierdo en el conflicto y me dejo arrastrar por su laberinto o sus cloacas?

Y perderle el miedo al conflicto… ¿De verdad que el conflicto es tan negativo? ¿Qué es lo que me ofrece? ¿Cuántas veces me ha enriquecido, o me ha hecho avanzar, o verme a mí mismo con otros ojos, o ser más consciente de lo que yo provoco en otras personas? Y, cuando al conflicto lo miro hacia atrás, una vez que ha pasado, ese contraste con los demás, más o menos intenso, que es el conflicto, ¿no me ha hecho también como soy? Así pues, para hablar de paz y para sentir paz auténticamente, ¿no me hace falta aprender a relacionarme lo mejor posible con el conflicto? Vale.

Publicado por Antonio Sánchez


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