El próximo viernes 17 de mayo se presentara el Libro «Oda a la luz de Acequias y Tinaos» de Antonio Sánchez Millán y Berto Martinez Tello, que incluye pinturas, fotografías y poemas nuestros, fruto de las vivencias de los autores en La Alpujarra.
📆 Viernes 17 de mayo ⏰ a las 19:00 h
📍 Sala multiusos de Capileira- Granada – Andalucía
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💧 Este proyecto tiene una finalidad solidaria: los beneficios de la venta del libro irán para la Comunidad de Regantes de la Acequia de los Lugares (Capileira, Bubión y Pampaneira) 📚
¿Qué se puede pintar, escribir, de estas tierras altas de La Alpujarra? ¿Qué formas
pueden dibujar la pluma y el pincel? ¿Pueden recoger su luz trenzada en senderos y
tinaos? ¿Seguir el curso de las acequias hasta los pueblos, como los niños el rastro de las
hormigas? ¿Entregarse al misterio detrás de cada esquina o desnivel? ¿Dialogar con el
entorno y sus gentes, y sin prisas, detenerse, demorarse? En este libro singular, un
maridaje poético-pictórico, los autores vuelcan en cada página sus vivencias únicas de
esta tierra, hecha de pizarra y de nubes. En él se pinta y se escribe a su luz y desde su luz.
La mejor manera de entender el origen del libro que tiene en sus manos, querido lector o lectora, es acudiendo al significado originario de la palabra naturalidad. Según el viejo Aristóteles, lo que es por naturaleza, según phýsis, existe por sí mismo y no debido a la acción de algún agente externo. Lo natural es, de suyo, como tiene que ser y aparece porque tiene que aparecer, debido a causas propias y no de una manera accidental, sino esencial. Por aquel tiempo Diógenes de Sinope, junto con otros cínicos de la antigüedad (o kynikoi), que hacían de la naturalidad su modo de vida, ante la apelación de un ciudadano ateniense, dijo que comía en medio del ágora porque era allí, en medio del ágora, donde había sentido hambre. De la misma manera, los autores llevaban tiempo expresando sus vivencias de estas tierra altas de La Alpujarra, cada uno desde la atalaya del arte que le era más propicio, Berto Martínez Tello, la pintura y Antonio Sánchez Millán, la poesía; y del modo más natural, al contemplar la obra del otro, sintieron casi sin tener que decirlo, que debían juntar sus resultados. La experiencia de cada uno, contemplando los cuadros o leyendo los poemas, se entendía mejor a sí misma viniendo desde un lugar complementario.